Gerenssa tiene un convenio de un año (desde mayo 2016 a mayo 2017) con el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (World Food Programme WFP) para realizar Evaluaciones de Seguridad Alimentaria en situaciones de Emergencia (EFSAs por sus siglas en inglés: Emergency Food Security Assessments) en Bolivia y Paraguay.
Gerenssa tiene un convenio de un año (desde mayo 2016 a mayo 2017) con el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (World Food Programme WFP) para realizar Evaluaciones de Seguridad Alimentaria en situaciones de Emergencia (EFSAs por sus siglas en inglés: Emergency Food Security Assessments) en Bolivia y Paraguay.
Una EFSA consiste básicamente en hacer una medición de la seguridad alimentaria de hogares que han sido afectados por eventos naturales que reducen su disponibilidad, acceso y consumo de alimentos, como inundaciones, sequías, granizadas, heladas incluso terremotos, ciclones, tormentas, entre otros; la medición se realiza a través de una encuesta a hogares, aplicando una metodología e instrumentos predefinidos por el WFP.
Aplicando el enfoque CARI (Consolidated Approach to Reporting Indicators of Food Security) del WFP es posible determinar el estado actual de indicadores institucionales como el Puntaje de Consumo de Alimentos, el Puntaje de Diversidad de Dieta, la Proporción de Gasto en Alimentos y el Índice de Estrategias de Sobrevivencia de las familias damnificadas de manera individual, y además es posible calcular un Índice Consolidado de Seguridad Alimentaria que surge de la combinación de los indicadores antes mencionados.
La finalidad de estas evaluaciones es determinar la proporción de familias con inseguridad alimentaria marginal, moderada y severa antes de ejecutar operaciones de emergencia, las cuales consisten en la distribución de asistencia humanitaria a los hogares más afectados, tras estas operaciones se realiza una nueva evaluación y se determina en qué proporción ha variado la proporcionalidad de familias respecto a sus niveles de inseguridad alimentaria.
De esta manera es posible monitorear y evaluar el impacto de las intervenciones de emergencia del WFP; la información de evaluación no solamente es útil para mostrar a socios, donantes y opinión pública en general los efectos de las operaciones de emergencia, sino también para ajustar los procedimientos, la logística, los medios y la tecnología que se emplea para las distribuciones, permitiendo reducir al mínimo las distorsiones que pueden asociarse a este tipo de operaciones.
Una de las lecciones aprendidas es que realizar transferencias electrónicas de dinero en lugar de transferencias físicas, mejora las condiciones de seguridad en las que las familias reciben estos recursos y reduce los costos de logística de las distribuciones de manera considerable; asimismo, se ha aprendido que las transferencias de dinero son más efectivas que la distribución de bonos de alimentos o de alimentos en físico para mejorar la alimentación de las familias beneficiarias.
Pobreza crónica y situaciones de emergencia
Una realidad conocida es que las familias más pobres son las más vulnerables ante eventos naturales como inundaciones, sequías y demás; en el área rural las principales fuentes de ingreso y de alimentos de las familias están asociadas a la agricultura y, en menor proporción, a la crianza de animales menores, cualquier evento que afecte la producción agropecuaria deteriora la seguridad alimentaria de estas familias de forma directa; en áreas periurbanas, este tipo de eventos afecta principalmente los activos de los hogares, y por tanto la seguridad alimentaria familiar de manera indirecta, por ejemplo, una familia que perdió su heladera en una inundación no tiene manera de almacenar alimentos de forma adecuada, o las familias que han perdido su cocina, no tienen posibilidad de consumir alimentos cocinados.
Los efectos del cambio climático pueden entenderse mejor a partir de tres conceptos: la exposición, es el tipo de evento natural más frecuente en un área determinada, las inundaciones en la ribera del Río Madidi o del Río Paraguay en temporada de lluvia es algo que se espera cada año; la sensibilidad, es el grado en que una población o una familia es afectada por un evento natural, los hogares que se encuentran instalados más cerca a los cauces de ríos seguramente son más sensibles a las inundaciones que los hogares que están instalados en terrenos más alejados o más elevados; y la adaptabilidad, es la capacidad de las poblaciones o de las familias de responder ante un evento natural, mientras menos recursos tenga una familia, menos capacidad de respuesta tienen.
Una combinación de exposiciones severas, cíclicas y cada vez de mayor magnitud, alta sensibilidad de la población, ocasionada por el asentamiento de familias pobres en terrenos de alto riesgo, y baja adaptabilidad, una característica de familias de escasos recursos, da como resultado familias crónicamente pobres altamente vulnerables a los efectos del cambio climático.
Características de la seguridad alimentaria en la región
El consumo de alimentos en tierras altas está basado en tubérculos, particularmente papa y derivados (chuño y tunta) mientras que en tierras bajas las dietas se basan especialmente en el consumo de maíz y derivados; existe en general un nivel muy bajo de consumo de alimentos frescos ricos en vitaminas (frutas y verduras) y un marcado déficit en el consumo de proteína de origen animal (carne, lácteos y huevos), mientras el consumo de azúcar en diferentes formas y de comida “chatarra” (golosinas, “snacks”, gaseosas, frituras preparadas y expendidas a la intemperie, entre otras) se incrementa a pasos acelerados, el consumo de leguminosas, carne de pescado, alimentos integrales es prácticamente inexistente.
Por lo tanto la dieta de las familias de escasos recursos en la región se basa en el consumo de alimentos ricos en hidratos de carbono saturados (el caso de la papa y el maíz), estos alimentos proveen a las personas la energía necesaria para afrontar la ardua jornada agrícola en el área rural y en áreas periurbanas para desempeñar los trabajos precarios a los que la población tiene acceso, que por lo general exigen un uso de mano de obra intensivo (cargadores, transportistas, comerciantes, entre otros), pero no contribuyen a una nutrición integral, ni de los trabajadores ni de sus familias.
Un indicador importante para la seguridad alimentaria familiar es la proporción del ingreso/gasto familiar que se destina a la compra de alimentos, mientras mayor es esta proporción mayor es la vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria de las familias; es claro que los hogares más pobres destinan una mayor proporción de sus ingresos a la compra de alimentos respecto a las familias de ingresos medios y altos, un pequeño incremento en los precios de los alimentos representa un encarecimiento considerable del costo de vida de las familias más pobres, mientras que el mismo incremento puede no representar una afectación significativa para las familias no pobres. Con este razonamiento el incremento del índice de precios al consumidor debe considerarse de carácter altamente regresivo.
Las estrategias de sobrevivencia son las acciones que las familias asumen ante reducciones de las condiciones de seguridad alimentaria que llegan a percibir, estas pueden ser de dos tipos, las de carácter estructural y las de emergencia; las primeras implican una reducción paulatina de los medios de vida de las familias, que se acelera en situaciones de emergencia (inundaciones, heladas, sequías, etc.), las familias pueden comenzar por reducir sus gastos no alimentarios (gastos en salud y educación), vender sus activos domésticos, luego los productivos y terminar vendiendo todas su propiedades, migrando a otros lugares y/o terminando en condiciones de mendicidad.
Las estrategias de emergencia están relacionadas a reducciones en el consumo de alimentos, las familias, en función a la severidad de la emergencia, comienzan por lo general a consumir alimentos menos preferidos y/o más baratos, y continúan reduciendo la cantidad de las porciones, la frecuencia de las comidas diarias y en los casos más críticos uno, varios o todos los miembros de la familia se privan de consumir alimentos durante uno o más días enteros.
La combinación de los indicadores de consumo (y diversidad de dieta), proporción de gasto en alimentos y estrategias de sobrevivencia da como resultado un panorama consolidado de la situación de inseguridad alimentaria de las familias, estos son los aspectos que se monitorean a través de una EFSA aplicando la metodología definida por el WFP.
El trabajo de Gerenssa en territorio boliviano y paraguayo
Gerenssa ha desarrollado hasta la fecha 7 EFSAs, a finales del año 2013 hemos realizado la EFSA derivada de la emergencia de inundaciones en el Sur de Bolivia, estudio que se desarrolló en comunidades rurales de 11 municipios de Chuquisaca, Potosí y Tarija afectados por la crecida del río San Juan del Oro; a finales del mismo año e inicios de la gestión 2014 elaboramos una EFSA derivada de la emergencia de sequía en la región del Chaco Boliviano y Cono Sur de Cochabamba en 12 municipios rurales de Cochabamba, Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija.
A mediados del año 2014 elaboramos una EFSA derivada de la emergencia de inundaciones en el Oriente Boliviano, en 25 municipios rurales de Cochabamba, Beni, Pando y La Paz, afectados por la crecida de los ríos Mamoré, Itenez, Guaporé y Beni; a finales del año 2015 realizamos la EFSA de línea base derivada de inundaciones en el Norte de Santa Cruz, y a principios de la gestión 2016 realizamos la EFSA de evaluación final de la operación de emergencia en el mismo territorio: 5 municipios rurales del norte de Santa Cruz afectados por el desborde de los ríos Piraí, Chane y afluentes.